Heladio Ramírez López, líder del grupo legislativo y presidente de la Comisión de Desarrollo Rural en el Senado de la República, reconoció que con la traducción de la Constitución Política al mixteco y zapoteco, se lucha por preservar y promover la enseñanza de las lenguas que quedan en el país, revitalizando los idiomas mexicanos que han resistido 500 años de asedio e intentos de extinguirlos.
En reunión de trabajo, el senador consideró importante que la letra de la Constitución y sus leyes secundarias cobren vida en la realidad social, pues a 200 años de la Independencia y a 100 de la Revolución, es evidente el drama de las comunidades indígenas donde el analfabetismo, desigualdad, pobreza y los más bajos niveles de vida, siguen destruyéndolos como pueblos.
Porque para los indígenas, dijo, olvidar la lengua nativa es morirse en parte y para México es ir perdiendo la parte viva de su cultura, además de diluir nuestra propia identidad.
El senador por el estado de Oaxaca denunció que lo que no pudo lograr la conquista y el régimen colonial, lo está logrando el vértigo de la globalidad, lo que se refleja en que la identidad mexicana cada vez pierde sus fuentes originales.
"Cada censo encuentra a los indígenas más disminuidos. Los que una vez el 100 por ciento de los mexicanos que hablaban con orgullo sus propias lenguas, hoy apenas si el 5 por ciento lo hace", lamentó.
Heladio Ramírez López estimó que de las 64 lenguas mexicanas que aún sobreviven, se espera que en las próximas dos décadas ya no haya ningún hablante de 34 de estos idiomas mexicanos que se habrán convertido en lenguas muertas.
"Hoy mismo, detalló, el pápago cuenta con sólo 300 hablantes, el ixel con 183; el kiliwa con 79; el cochimi con 77 y el aguacateco con apenas 55. El caso más dramático es el ixcateco. Morirá cuando acabe la vida de Pedro Salazar y Cipriano Ramírez. Correrá la misma suerte que las 2,500 lenguas indígenas que hoy están en serio peligro de extinción inmediata en el mundo. En promedio desaparece una lengua cada dos semanas, lo que significa la muerte de pueblos atrapados por la pobreza".
Durante el evento, el legislador oaxaqueño afirmó que en México no nada más divide la agraviante discriminación oculta tras la máscara del indigenismo burocrático o el atraso de los pueblos condenados a las ocupaciones más duras y peor pagadas, sino también su exclusión de las posiciones de poder.
En el país, concluyó, todavía se practica el paternalismo que humilla, no hay espacios ni oportunidades para los indios, no como individuos sino como pueblos y naciones que son.
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